sábado, 9 de abril de 2011

Técnicas de tapping de EFT de Gary Craig - Parte II

Técnicas de tapping de EFT de Gary Craig - Parte I

"INTELIGENCIA EMOCIONAL INFANTIL Y JUVENIL" Linda Lantieri.

"INTELIGENCIA EMOCIONAL INFANTIL Y JUVENIL"

Es el título del libro de LINDA LANTIERI cuya lectura os recomiendo.

Con el fin de poder acceder a una mayor comprensión de los temas tratados en los diferentes vídeos publicados, he creído conveniente aportaros la Introducción que DANIEL GOLEMAN hace precisamente a este libro.
Espero sea de utilidad.
Saludos.
Introducción
de Daniel Goleman
Hace poco le pregunté a una madre qué tal le iba a su hija
en el colegio. «Bien, dijo, se le dan bien las matemáticas y muy
bien la lengua pero mucho mejor la inteligencia emocional».
Años atrás esta conversación no se habría producido.
En 1993 Linda Lantieri y yo, junto con un pequeño grupo de
colegas con ideas afines, fundamos Collaborative for Academic,
Social, and Emotional Learning (CASEL, Colaboración
para el Aprendizaje Académico, Social y Emocional).
Entonces trabajábamos con unos cuantos programas en los
que aparecía el «aprendizaje social y emocional» (Social and
Emotional Learning, SEL), la enseñanza sistemática de la inteligencia
emocional en las aulas. Estos programas añaden a la
jornada escolar normal un plan para gestionar la vida: mejorar
la autoconciencia y la confianza en uno mismo, dominar
las emociones y los impulsos perturbadores, y aumentar la
empatía y la colaboración.
Linda dirigía Resolving Conflict Creatively (Resolución
Creativa de Conflictos), uno de estos programas que ya se
aplicaba en cientos de escuelas para luchar contra las crecientes
tasas de violencia. Muchos de los primeros intentos
de aprendizaje social y emocional en los colegios se desarrollaron
para combatir este problema: el consumo de alcohol
y drogas en los adolescentes, el abandono escolar, los embarazos
no deseados y otros peligros de la adolescencia. Cuando
la W. T. Grant Foundation* patrocinó un estudio sobre
estos programas para descubrir por qué eran eficaces (y otros
no), la enseñanza de habilidades sociales y emocionales resultó
ser un componente crucial.
Desde que Linda y yo empezamos a trabajar, el aprendizaje
social y emocional se ha extendido a decenas de miles de
escuelas a lo largo del mundo y continúa creciendo. En este
crecimiento ha influido mi libro Inteligencia emocional, publicado
en Estados Unidos en 1995, que sostiene que los estudiantes
estarán más dotados para la vida si en su programa de
estudios, además de los fundamentos académicos, se incluye
una preparación en los fundamentos de las habilidades sociales
y emocionales. A lo largo de la vida resultan esenciales una
mayor autoconciencia, una mejor capacidad para dominar las
emociones perturbadoras, una mayor sensibilidad frente a
las emociones de los demás y una mejor habilidad interpersonal;
pero los cimientos de estas aptitudes se construyen en
la infancia.
La neurociencia nos enseña que el cerebro del niño experimenta
un enorme crecimiento y no se detiene hasta la mitad
de la veintena. Los científicos lo denominan neuroplasticidad
y significa que el modelado de los circuitos cerebrales
durante este periodo de crecimiento depende, en gran medida,
de las experiencias diarias del niño. En esta etapa, estas influencias
ambientales sobre el crecimiento del cerebro son
particularmente poderosas para configurar sus circuitos neuronales
sociales y emocionales. Por ejemplo, los niños que han
sido bien educados y cuyos padres les ayudan a tranquilizarse
cuando están nerviosos parecen desarrollar mayor fortaleza
en los circuitos cerebrales para dominar la angustia; si sus
* Fundación que trabaja en el ámbito de la juventud (N. de la T.)
padres no les atienden es más probable que actúen siguiendo
impulsos agresivos o que tengan problemas para tranquilizarse
cuando estén alterados.
Los buenos padres son como los buenos profesores; al
ofrecer una base segura, los adultos responsables de los niños
pueden crear un entorno que permita funcionar a sus cerebros
al máximo rendimiento. Esta base se convierte en un refugio
seguro, un ámbito de fortaleza desde el cual aventurarse
a explorar, para aprender algo nuevo y para alcanzar metas. El
niño puede interiorizar esta base segura si se le enseña a dominar
mejor su ansiedad para que pueda concentrar mejor su
atención. Esto también potencia su capacidad para lograr un
entorno óptimo para el aprendizaje.
La manera más eficaz de que todos los niños obtengan
las mejores lecciones del corazón es que éstas formen parte
de la jornada escolar y de la vida familiar.
CASEL es una organización con base en la Universidad
de Illinois, en Chicago, que ha establecido los estándares del
SEL (aprendizaje social y emocional) y ha ayudado a incluir
estos programas en los planes de estudios de escuelas a lo largo
del mundo. Los mejores programas de aprendizaje social
y emocional son los que se diseñan para adaptarse sin fisuras
a los planes de estudios convencionales para todas las edades.
¿Influye el aprendizaje social y emocional en la vida de
los niños? Ahora tenemos la respuesta: un metanálisis definitivo
de más de cien estudios ha comparado a estudiantes que
han recibido aprendizaje social y emocional con otros que no
lo recibieron. Los datos demuestran unas mejoras impresionantes
en el comportamiento de los estudiantes que sí lo recibieron
dentro y fuera del aula. No sólo dominaron habilidades
como tranquilizarse y desenvolverse mejor, sino que
también aprendían con más eficacia; sus notas mejoraron
y, en pruebas de logros académicos, sus calificaciones fueron
14 puntos porcentuales más altas que las de estudiantes
similares que no recibieron programas de aprendizaje social
y emocional1. Ayudar a los niños a dominar sus emociones y
sus relaciones les hace ser mejores estudiantes.
Esta mejora en el aprendizaje de los niños, como consecuencia
de apoyar la gestión de su mundo interior y sus relaciones,
también puede entenderse en términos del impacto
del aprendizaje social y emocional sobre sus circuitos
neuronales en desarrollo. La corteza prefrontal, el centro ejecutivo
del cerebro, es un área del cerebro que la experiencia
moldea durante la infancia. Esta área alberga los circuitos
para inhibir los impulsos emocionales perjudiciales y para
prestar atención, es decir, para relajarse y concentrarse. Cuando
los niños no tienen estrategias para disminuir su ansiedad,
no disponen de tanta capacidad de atención para aprender,
para resolver problemas y para comprender nuevos conceptos.
Por ejemplo, si ante un examen sorpresa un niño es presa
del pánico, grabará esta respuesta y no los detalles del examen;
la angustia destruye el aprendizaje. En la actualidad los
científicos creen que si se mejora la atención y la memoria,
y también se despeja la mente de la impulsividad y la angustia,
la mente del niño se sitúa en el mejor terreno para
el aprendizaje; y esto es lo que hace el aprendizaje social y
emocional.
Linda Lantieri sigue siendo una pionera en el movimiento
para integrar el aprendizaje social y emocional en las escuelas
de todo el mundo. En la actualidad se enfrenta a uno de
los mayores desafíos educativos: ayudar a niños que han sufrido
una conmoción, como los acontecimientos del 11 de septiembre,
a adaptarse para que puedan recuperarse del trauma
y seguir con su vida y su educación. Tras haber trabajado con
niños de las escuelas más cercanas al desaparecido World Trade
Center, Linda ha desarrollado un programa que puede ayudar
a cualquier niño a relajar el cuerpo, tranquilizar la mente
y prestar más atención.
Estas habilidades son necesarias para todos los niños, no
sólo en la escuela sino a lo largo de la vida. Sus padres y sus
profesores les repiten que se estén quietos o que presten atención,
pero la dirección natural de su desarrollo implica que
los circuitos cerebrales para la relajación y la concentración
aún se están formando, estos sistemas neuronales todavía están
creciendo. Pero podemos ayudar a este crecimiento impartiendo
a los niños lecciones sistemáticas que refuercen estas
capacidades emergentes. Esto es lo que ha hecho Linda en
su moderno programa en las escuelas de la ciudad de Nueva
York y es lo que ofrece a cualquier familia o aula en este libro
y CD.
Cuando Linda me pidió que recitase las instrucciones de
los ejercicios que enseñan estas habilidades, aproveché la oportunidad.
Me siento honrado por implicarme de nuevo en el
innovador trabajo de Linda Lantieri, en esta ocasión como la
voz que recita las instrucciones del CD, y me emociona pensar
en la gran cantidad de niños que se beneficiarán de esta sabiduría
práctica.
DANIEL GOLEMAN
NOTAS
1 Weissberg, R. P., Durlak, J. A., Taylor, R. D., Dymnick, A. B., y O’Brien,
M. U., «Promoting social and emotional learning enhances school success: Implications
of a meta-analysis». Manuscrito sometido a publicación, 2007.



jueves, 7 de abril de 2011

PSYCH-K: Comunicarnos con el subconsciente

¿Podemos realmente transformar las creencias que nos limitan?

Por Peter González

llibertat
¿Por qué sabiendo lo que tenemos que hacer nos resulta tan difícil dar el paso? ¿Por qué con la cantidad de información, recursos y métodos para cambiar que tenemos, nos cuesta tanto hacerlo? A casi todos nos gustaría modificar algún aspecto de nuestras vidas; desde dejar de fumar u otro hábito que nos perjudica, hasta adelgazar, tener más paciencia o ser capaces de ahorrar. Es como si estuviéramos en guerra con nosotros mismos; como si existiera un conflicto entre una parte que nos dice “sí” y otra más fuerte que nos contesta “no” y nos impide lograr nuestros objetivos.

Apúntate al curso que organiza Namaste de PSYCH-K.

Según el doctor Bruce Lipton, autor del libro La biología de la creencia, se trata del conflicto entre los deseos de la mente consciente y las grabaciones que existen en la mente subconsciente. La importancia de los descubrimientos del Dr. Lipton reside en que cambian por completo el paradigma de la biología y nos hacen entender mejor la influencia de la mente subconsciente. A partir de ahí, se han hecho nuevos descubrimientos en esta ciencia y en psicología y se ha decidido aplicar en ambas los principios de la ciencia cuántica.

Todo ello ha precipitado la aparición de nuevos métodos para cambiar la programación del subconsciente que se recogen bajo la denominación “psicología energética”, ya que tratan los pensamientos como señales energéticas que se pueden modificar. Entre ellos, se encuentra el llamado PSYCH-K®. Este método sirve para comunicarnos directamente con el subconsciente y transformar las creencias que nos limitan en creencias que nos apoyan en nuestra vida. Para hacerlo, utilizamos un proceso de kinesiología que aprovecha que los músculos están siempre en comunicación con el subconsciente, lo que no ocurre con la mente consciente. A continuación, explicaremos las diferencias entre estas dos mentes y cómo podemos beneficiarnos de sus recursos.

Cada persona crea su realidad

La mente subconsciente es una supercomputadora con una base de datos de comportamientos preprogramados que interpreta más de 40 millones de impulsos nerviosos por segundo. Y al mismo tiempo, controla miles de funciones del cuerpo. Algunos programas proceden de nuestros instintos, pero la gran mayoría los adquirimos mediante nuestras experiencias de aprendizaje. La mente subconsciente es un mecanismo rígido de reacción a los estímulos. Cuando percibe una determinada señal en el ambiente, reacciona de una manera preestablecida. Es literal, entiende a través de los cinco sentidos y solamente percibe el presente. En cambio, con la mente consciente usamos nuestra voluntad, analizamos cosas, nos proponemos metas, podemos pensar en conceptos abstractos como el amor y hacemos comparaciones con el pasado, así como proyecciones en el futuro. La mente consciente (autoconsciente) crea el yo con quien nos identificamos y es la sede de la razón, aunque también sale de ella nuestra creatividad.

En general, pensamos que controlamos nuestras vidas, pero los neurocientíficos han descubierto que entre el 95 y el 99 por ciento de nuestro comportamiento se encuentra bajo el control de la mente subconsciente. Si la mente consciente es el piloto y la subconsciente, el piloto automático, cuyo comportamiento está programado para efectuarse sin control u observación del yo consciente, entonces sólo entre el 1 y el 5 por ciento de lo que pensamos, hablamos o hacemos lo controlamos conscientemente, el resto está dirigido por el subconsciente. Eso significa que, en el caso de que se produzca un conflicto entre ambas mentes, la subconsciente será la ganadora.

Aprendizaje en la infancia

Lo que aprendemos hasta los seis años modela nuestro subconsciente, ya que hasta esa edad los niños aprenden de la reacción de sus padres a los diferentes estímulos de la vida.

Un niño no expresa conciencia (actividad Alpha) hasta después de los 6 años. Antes del nacimiento, y durante los seis primeros años de vida, el infante está principalmente en los estados Delta y Theta. Eso quiere decir que el niño está en un trance hipnótico durante los seis primeros años de su vida y absorbe todo lo que escucha y ve, al tiempo que aprende observando la reacción de sus padres a los diferentes estímulos de la vida. En estos estados, el niño recoge la información que convertirá en surealidad y que el subconsciente le servirá continuamente hasta que logre cambiar esa información. En resumen, lo que aprendimos hasta los 6 años nos controla la vida entre el 95 y el 99 por ciento del tiempo. El mayor obstáculo para conseguir el éxito que deseamos son las limitaciones programadas en el subconsciente, pero reconocer el control que éste tiene debe servirnos para poder cambiar nuestras vidas usando métodos eficaces. Uno de ellos es el PSYCH-K®. Consiste en varios balanceso posiciones que se usan para integrar los cambios. Éstos son fáciles de usar y se pueden adaptar a cualquier creencia que uno se proponga cambiar, basta con acudir a unos talleres para aprender la técnica.


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¿Qué es el PSYCH-K®? por PETER GONZALEZ

domingo, 3 de abril de 2011

Entrevista a Joe Dispenza (La Vanguardia Magazine 12/09/2010)

Publicat per: jordigc82 el: setembre 16, 2010

“Creamos la realidad con nuestros pensamientos”

Texto de Elisabet Bonshoms

Joe Dispenza experimentó en sí mismo las posibilidades de la mente para influir sobre el físico, tras sufrir un grave accidente a los 24 años. Durante décadas se ha dedicado a estudiar lo que se denomina neuroplasticidad, o capacidad del cerebro para modificar los circuitos que conectan las neuronas. Algo que permite cambiar lo que no gusta de uno mismo y mejorar como personas.

Joe Dispenza estudió Bioquímica en la Universidad de New Brunswick (Nueva Jersey) y es doctor en Quiropráctica por la Life University de Atlanta (Georgia). Llena salas de conferencias en Estados y Unidos y Europa explicando de forma sencilla cómo cambiar. Cómo los pensamientos provocan reacciones químicas que influyen directamente en la salud y crean una realidad propia. Lleva décadas estudiando la neuroplasticidad, esa capacidad que tiene el cerebro de adaptarse a los cambios y modificar los circuitos que conectan todas las neuronas.

Él es un ejemplo vivo de su propio cambio. A los 24 años sufrió un grave accidente que afectó a sus vértebras dorsales. Le vaticinaron que se quedaría toda la vida en una silla de ruedas. Pero decidió no operarse y experimentar, en cambio, la capacidad de regeneración de su propio cuerpo. Coautor del filme récord de taquillas Y tú qué sabes, que trata sobre el poder de elegir, en junio ofreció un taller en la Universidad de Barcelona basado en su libro Desarrolla tu cerebro.

Alguien discute con su pareja y termina con un: “Soy así, no puedo cambiar”. ¿Qué le diría usted?
Que no es verdad. Se producen una serie de reacciones químicas en el cuerpo que hacen creer que no se puede cambiar, pero la evidencia de la ciencia dice todo lo contrario. Hay que olvidar la idea de que el cerebro es un órgano estático, rígido e inmutable. Sí, podemos cambiar.

¿Cómo?
Cambiando de pensamiento. El interruptor que activa el cambio es la voluntad, porque desencadenará una nueva información. Cambiar es pensar de forma más amplia, trascender tu propio entorno. Es conectarte a un sueño, a una idea que ya existe en el campo cuántico de posibilidades. Es creer en ese futuro cuando todavía no se puede percibir con los sentidos.

¿Por qué es tan difícil cambiar?
Porque las reacciones emocionales son muy adictivas. Puedes decirte a ti mismo que no te gusta tu trabajo ni tu relación de pareja, que no te gusta nada de lo que haces y tienes en tu vida. Pero eso es una emoción que la mente ha memorizado para reafirmar su identidad. Esas reacciones químicas alteran nuestra percepción de la realidad e impiden la entrada de cualquier otro tipo de información en nuestro cerebro. Para cambiar hay que romper esa emoción.

Pero no es nada fácil cambiar los pensamientos.
Lo primero que hay que hacer es observarlos y relacionarlos con lo que te pasa en la vida. Así uno empieza a ver reflejados en su cotidianidad los efectos que ha creado con cada uno de sus ­pensamientos.

¿Por qué da miedo cambiar?
Porque eso supone pasar de una situación cómoda y predecible a otra desconocida. La mayoría de las personas sueñan con emprender cosas nuevas, pero no pasan a la acción, se quedan en el plano intelectual. ¿Cómo podemos realizar estos proyectos si seguimos apegados a lo familiar y convivimos con esta vieja personalidad? Para experimentar algo nuevo tenemos que arriesgar, dejar el territorio de lo predecible y entrar en el terreno de la incertidumbre.

¿Qué se debe cambiar para crear una nueva vida?
Hay que cambiar no sólo lo que se piensa y se hace sino también cómo se siente. Uno no puede esperar que pase algo diferente en su vida si tiene los mismos pensamientos, hace las mismas cosas y abraza las mismas emociones cada día. Si somos capaces de cambiar la interpretación de nuestra realidad, nuestro cerebro trabajará con nuevas secuencias y patrones. Y eso es lo que cambia la mente, porque la mente es el cerebro en acción.

¿La neurociencia puede demostrar que los pensamientos crean el camino?
El modelo neurocientífico dice que podemos cambiar en cualquier momento de nuestra vida. Cambiaremos nuestro cerebro con cada nuevo pensamiento, con cada nueva experiencia, con cada sueño que persigamos. El ingrediente principal es la información, el conocimiento. Cada vez que aprendemos algo nuevo añadimos una nueva conexión en nuestro cerebro.

¿Cómo se puede enseñar a los hijos a no ser personas definitivas, a vivir en el cambio?
Lo primero es enseñarles inteligencia emocional, enseñarles a controlar las emociones y decirles que las emociones son lo que nosotros somos. En segundo lugar no hay que enseñarles nada que nosotros no seamos capaces de hacer. Los niños se fijan más en lo que hacemos que en lo que decimos porque tienen más activas un tipo de neuronas llamadas neuronas espejo, que copian lo que hacemos. Si quieres que estén de acuerdo con el cambio, demuéstrales lo versátil que eres, y así serán independientes. En tercer lugar, no se debe intentar razonar con los hijos durante una reacción emocional porque te van a dejar solo. Hay que permitirles la libertad de tener esa reacción y hacerles saber que se les está observando. Al cabo de un rato se les debe hablar sobre lo que uno quiere cambiar de sí mismo y crear el entorno para que ellos empiecen a observar quiénes son, sin juzgarlos. Y preguntarles qué harían diferente si vivieran de nuevo la misma experiencia. De esa forma se empieza a cambiar su cerebro y su cuerpo mucho más allá de la experiencia presente. Y se les da confianza para que empiecen a abrirse a su propio potencial.

¿En cada momento se vive lo que uno ha creado con sus pensamientos?
Sí. Sin duda. Somos los creadores de nuestras realidades. El problema es que la mayor parte del tiempo son nuestros pensamientos inconscientes los que crean esa realidad. Son programas que funcionan justo debajo de nuestra conciencia y que memorizan comportamientos, pensamientos y reacciones emocionales. Estos son los que crean esa química que nos hace reaccionar siempre de la misma manera.

Pero nadie quiere vivir una enfermedad o un accidente, por ejemplo.
Uno mismo no crea ese accidente o esa enfermedad de forma consciente, pero quizás ha estado pensando inconscientemente cuán terrible es su vida, cuánto está sufriendo, lo triste que se siente, cuánto dolor tiene dentro… Ha creado, en su subconsciente, un refuerzo de las emociones de dolor y sufrimiento, y eso se refleja fuera, en su vida, en un accidente o enfermedad. Hay algo importante: nunca debemos culparnos por nuestras creaciones, todo es aprendizaje.

La clave es cambiar el propio estado emocional…
Las emociones son experiencias que el cuerpo memoriza. Si una persona está viviendo con las mismas emociones cada día, es que no le está ocurriendo nada nuevo. El cuerpo cree que está en la misma experiencia todo el día. La redundancia de este ciclo entrena al cuerpo para estar en el pasado en vez de en el momento presente, y la persona, con sus pensamientos, vuelve consistentemente al pasado porque su emoción está conectada al pasado. Cuando una persona quiere cambiar intenta pensar en un futuro, pero las emociones le devuelven al pasado. Por eso es tan importante cambiar nuestro estado emocional.

¿Las enfermedades, las crisis, las pérdidas hay que verlas como un trampolín para cambiar?
Esos traumas, esas crisis, son, efectivamente, catalizadores del cambio. Una gran mayoría de las personas requiere de un estado de sufrimiento para decidirse a cambiar. Pero también podemos cambiar desde un estado de bienestar y de alegría mediante el proceso de soñar una nueva vida. No es cierto que nuestro destino se encuentre escrito en los genes.

¿Cuál es el mayor factor desen­cadenante de las enfermedades?
Entre un 75% y 90% de los occidentales acude al médico debido al estrés emocional. Emociones que se esconden detrás del estrés y que tienen que ver con el enfado, la frustración, el odio, el juicio, el dolor, el sufrimiento, la culpa, la desesperanza, el miedo, la ansiedad, la falta de poder, la inseguridad… Si estás ante un reto, tu cuerpo crea un montón de reacciones químicas para movilizar esa energía. Esencialmente, los pensamientos y las emociones pueden hacernos enfermar, pero si nos hacen enfermar también nos pueden sanar.

Los humanos saben que quieren cambiar, pero la mayoría de las veces no tienen la evidencia de lo que quieren ser o hacer.
Es cierto. Cuando no sabes qué quieres ser o hacer, primero debes decidir quién no quieres volver a ser, de qué modo no quieres volver a pensar jamás, cómo no quieres sentirte y cómo no quieres actuar. Tienes que empezar a crear y reinventarte a ti mismo, romper el hábito de ese yo antiguo y reaprender. El pensamiento positivo no es suficiente, hay que entrar dentro de uno mismo y empezar a deconstruir.

Usted tuvo un accidente muy grave de joven, y los médicos le dijeron que no volvería a andar. ¿Por qué creó ese accidente y cómo lo superó?
A mis 24 años vivía una vida de éxito y bienestar que yo creía que era completa. El accidente fue probablemente una de las mayores bendiciones de mi vida, porque me llevó a cuestionar mis valores y a empezar a pensar en mis prioridades. Cuando te rompes seis vértebras dorsales y tienes fragmentos óseos en la médula y cuatro médicos te dicen que nunca más vas a volver a andar, no vuelves a vivir una vida normal. Llegué a comprender principios universales que me parecían pura teoría filosófica. Me aconsejaron que me operara, pero decidí no hacerlo y experimentar, en cambio, lo que sentía, ser coherente con mi pensamiento. Pensé que el poder que hizo el cuerpo cura el cuerpo, base de la filosofía quiropráctica. Hay una inteligencia en cada ser humano que nos da vida, y conecté con esa inteligencia durante todo el tiempo, sin hacer nada más que dedicarme a mi curación. No podía imaginar mi vida con hierros en la espalda y viviendo de medicinas. Quería dar a esa inteligencia un plan muy específico y que ella hiciera lo mejor para mí. Los átomos son nada en un 99,999 por ciento, nada material, pero lo son todo en potencia. Esa inteligencia organiza todo eso. Cuando empecé a notar cambios en mi cuerpo, físicamente, presté mucha atención a lo que hacía con mi cuerpo y con mi mente y lo repetí y repetí hasta que la repetición de ese ciclo empezó a sanar mi cuerpo.

¿La repetición es la base para crear cualquier realidad más elevada?
La grandeza es creer en ese futuro que existe más allá de nuestros sentidos y mantenerlo vivo en nuestra mente hasta que el evento realmente sucede. ¡No creamos las cosas porque no creemos que seamos capaces de hacerlo! Las personas no comprenden que los pensamientos producen grandes efectos en sus vidas. Quizás tengan algunos pensamientos conectados a un estado elevado de emoción, ¡pero sólo durante 15 minutos al día! Y se preguntan: “¿Cómo no ha sucedido el cambio todavía?”. Es porque las otras 23 horas y 45 minutos, su mente está vagando por todas partes: están enfadadas, negativas, juzgando. Para actuar sobre la realidad tenemos que alcanzar estados más elevados de conciencia y dejar entrar emociones nutritivas, como la gratitud, la alegría, la apreciación de las cosas. La dificultad reside en cómo llegar a ese punto, porque la mente analítica dirá: “¿Por qué voy a dar las gracias o estar alegre si no me ha pasado todavía?”. Eso es el antiguo modelo de pensamiento. Muchas personas, secretamente, creen en su propio poder, pero nunca hacen un hueco para saber realmente qué quieren.

¿Tiene mucho que ver la meditación en este proceso?
La meditación es el primer paso para producir cambios. Es una técnica que enseña a observar los pensamientos y aquietar la mente. Te lleva a saber dónde estás y a cambiarte a ti mismo, porque cambia la relación entre la mente y el cuerpo. En ese estado del ser donde sólo hay conciencia estamos produciendo un campo electromagnético que afecta a ese cambio. Después de meditar es imposible tener mal humor.

¿Qué efecto produce el silencio mental en las células?
El lóbulo frontal del cerebro (lo que denominamos tercer ojo) es la última pieza de nuestro sistema neurológico. Cuando nuestra parte divina controla nuestra parte animal, el cerebro cambia fisiológicamente. En experimentos con monjes budistas rezando se ha comprobado cómo el lóbulo frontal aísla ese control animal y, en consecuencia, silencia el resto del cerebro, enfría las células cerebrales que tienen que ver con el tiempo y el espacio, con el cuerpo y con nuestra identidad. Entonces no se procesa nada más. A eso lo llamamos paz. A través del silencio pasamos de ser alguien con opiniones o juicios a un campo cuántico donde somos no alguien. Ahora la mayor parte de la humanidad está preparada para alcanzar ese campo.

Si el mundo es un reflejo de lo que sucede a las personas, ¿se podría decir que el ser humano está viviendo una revolución celular?
Estamos en un tiempo en la historia donde el cambio tiene que ocurrir. Pero para hacer que algo nuevo ocurra, lo viejo tiene que morir. Muchos paradigmas están colapsados: los modelos político, médico, económico, medioambiental… El ser humano debe empezar a hacerse preguntas más importantes y dejar de creer en superestructuras… Es tiempo para los individuos.

¿A qué se debe la falta de liderazgo de los políticos? ¿Están perpetuando viejas estructuras?
Las emociones que la mayoría de nosotros tenemos y que crean esas situaciones de egoísmo que hemos comentado, desafortunadamente, son las mismas que tienen nuestros líderes. No puedes dar la paz en una iglesia y salir pisando a los demás al salir porque tienes prisa. Esa es una típica oposición entre el cuerpo y la mente, no hay coherencia entre lo que dices, lo que haces y lo que piensas.

Si existe una mente común, una red de pensamiento a la que toda la gente está unida, ¿con qué pensamientos se podrían crear nuevos líderes?
La sustancia que unifica las células y el universo entero es el amor. En una neurona se puede observar cómo una cierta cantidad de esa sustancia desconecta los patrones antiguos de pensamiento. Se da cuando empezamos a tomar decisiones que consideran al todo. Primero hay que sentir amor por uno mismo y, en consecuencia, amamos todo lo demás. Si no nos gustan ciertas cosas, debemos eliminarlas antes en nosotros.

¿Es posible que la actual crisis se materializara porque muchas mentes la crearon con sus pensamientos?
Como científico, le digo que sí, ¡evidentemente! La crisis ha estado en la mente de todas esas personas.

¿Cómo será el cerebro de un hombre consciente?
Tendrá muchas más conexiones sinápticas, las que comunican entre sí la información que contienen las neuronas. Veremos el cerebro trabajando en una forma de pensamiento más coherente, con transmisiones neurológicas mucho más rápidas. El lóbulo frontal estará completamente conectado con el subconsciente, y tendremos neurotransmisores secuenciados desde la glándula pineal, que mejorarán nuestra percepción de la realidad. Quizás algunas personas estén a las puertas de un cambio de potencial de su cerebro. Lo único que sé es que no puedes esperar a que el cambio se produzca. Tienes que actuar sobre él. Dios no te elige, tú te eliges.