martes, 18 de octubre de 2016

TRES FORMAS DE GESTIONAR LOS SENTIMIENTOS. DR. DAVID R. HAWKINS

       
                TRES FORMAS DE GESTIONAR LOS SENTIMIENTOS

1.  Supresión y Represión. 

Estas son las formas más comunes de tapar los sentimientos y dejarlos a un lado.
En la Represión, sucede inconscientemente.
En la Supresión, ocurre de modo consciente. 
No queremos que nos molesten y, además, no sabemos que hacer con ellos.  Sorteamos el sufrimiento que nos producen y tratamos de seguir funcionando lo mejor posible.
Elegimos los sentimientos que serán Suprimidos o Reprimidos en conformidad con los programas conscientes o inconscientes que llevamos con nosotros por costumbre social y educación familiar.

Luego, la presión de los sentimientos suprimidos se manifiesta como:   irritabilidad, cambios de humor, tensión en los músculos del cuello y la espalda, dolores de cabeza, calambres, trastornos menstruales, colitis, indigestión, insomnio, hipertensión, alergias y otras condiciones somáticas.

Reprimimos un sentimiento cuando nos produce tanta culpa y miedo que ni siquiera podemos controlarlo.  Apenas amenaza con emerger, es lanzado instantáneamente al inconsciente.
El sentimiento reprimido será gestionado de diversas maneras para asegurar que siempre se mantenga fuera de la conciencia.  Para ello la mente utiliza mecanismos como la negación y la proyección, que son los mas conocidos porque tienden a ir juntos y a reforzarse mutuamente.  La negación deriva en bloqueos importantes de las emociones y la maduración. Generalmente va acompañada por el mecanismo de la proyección. Como consecuencia de la culpa y el miedo, reprimimos el sentimiento y negamos su presencia en nosotros.  En lugar de sentirlo, lo proyectamos sobre el mundo y los que nos rodean.  Experimentamos la sensación de que les pertenece a "ellos".  Entonces ellos se convierten en el enemigo, y la mente busca y encuentra justificación para reforzar la proyección. La culpabilidad se sitúa en las personas, las instituciones, las condiciones sociales, el destino, Dios, la suerte...y otras cosas fuera de nosotros mismos.  La proyección es el principal mecanismo utilizado por el mundo de hoy.  Mantenemos nuestra autoestima a costa de los demás.  El mecanismo de la proyección subyace a los ataques, la violencia, la agresión y demás formas de destrucción social.

2. Expresión.

La expresión de las emociones negativas permite dejar salir únicamente la suficiente presión interna para que el resto del contenido pueda ser suprimido. Es muy importante entender este punto, porque muchas personas creen que expresar sus sentimientos las libera de ellos.  Los hechos demuestran lo contrario. La expresión de un sentimiento, en primer lugar, tiende a propagarlo y darle mayor energía.  En segundo lugar, siempre se trata de la expresión de solo una parte, y esto permite que el resto sea suprimido y se mantenga al margen de la conciencia.
El equilibrio entre supresión y expresión varía en cada individuo, ya que depende de su educación infantil, las normas culturales y las costumbres. La alternativa consiste en asumir la responsabilidad por los propios sentimientos negativos y neutralizarlos. Entonces solo permanecen y se expresan los sentimientos positivos.

3. Escape.

Es la evitación de los sentimientos a través de la diversión. Esta evitación es la columna vertebral de la industria del entretenimiento, y también es la vía del adicto al trabajo.  Es escapismo, evita tomar conciencia de nuestro interior, es un mecanismo tolerado socialmente.  Podemos evitar el propio yo y tapar los sentimientos a través de una interminable variedad de búsquedas, muchas de las cuales se convierten en adicciones a medida que crece nuestra dependencia de ellas.
La gente está desesperada por seguir siendo inconsciente. Observamos como las personas encienden la televisión en cuanto entran en casa;  les aterroriza la idea de enfrentarse así mismas. Incluso temen un momento de soledad.  De ahí las actividades constantes y frenéticas:  hablar, enviar mensajes, leer, escuchar música, trabajar, viajar, ir de compras, comer en exceso, drogas y fiestas.
Estos mecanismos de escape son erróneos, estresantes e ineficaces. Requieren enormes cantidades de energía para mantener el control sobre la creciente presión de los sentimientos suprimidos y reprimidos. Se produce una progresiva pérdida de conciencia, de creatividad, de energía y de auténtico interés por los demás.  El crecimiento espiritual se detiene y, finalmente, se desarrollan enfermedades físicas y emocionales.
Por encima de todo,  el escape tiene el efecto de incapacitar para amar verdaderamente y confiar en otra persona, lo que produce aislamiento emocional y odio hacia uno mismo.

En contraste con lo anterior, ¿qué sucede cuando, en lugar de esto, nos liberamos de un sentimiento? 
La energía que está detrás de ese sentimiento es entregada instantáneamente y el efecto es la descompresión.  La presión acumulada disminuye a medida que lo vamos soltando.  Todo el mundo lo sabe, cuando soltamos, de inmediato nos sentimos mejor. La fisiología del cuerpo cambia...
En un estado de libertad interior, todas las funciones del cuerpo y de cada órgano se corrigen hacia la normalidad y la salud.  La percepción del mundo y de nosotros mismos cambia para mejor. Nos sentimos más felices y relajados.
Nota:  texto extraido del libro DEJAR IR.






No hay comentarios:

Publicar un comentario